Rachel DeLoache, la víctima principal de ¿Quién es Anna? nos cuenta su relación con Anna Delvey en el libro My Friend Anna
¿Quién es Anna? es la serie de moda de Netflix, y con buen motivo. Basada en la esperpéntica y delirante historia real de cómo una mujer de apenas 25 embaucó y engañó a la cúpula social y financiera de EE.UU., Anna hace que “el pequeño Nicolás” parezca un auténtico amateur.
Anna Sorokin (rusa) se presentó ante la élite neoyorquina como Anna Delvey, hija de un multimillonario alemán, con un fideicomiso de 60 millones de dólares. Con una amalgama de acentos, físicamente muy común y un temperamento y complejo de superioridad insoportables, resulta increíble que pudiera infiltrarse en la alta sociedad y las instituciones financieras más importantes de la ciudad.
Durante un tiempo, fue la socialite de moda y todos querían ser vistos con ella y brillar bajo su presencia… y gastarse su dinero. Una de esas personas fue su amiga Rachel DeLoache Williams, editora de fotografía de la revista Vanity Fair. Juntas disfrutaron de los mejores restaurantes, boutiques y spas de Nueva York, casi siempre gracias al dinero de la falsa heredera (cómo conseguía tener dinero es otra historia). Durante varios meses su amistad prosperó y se instagrameó en detalle; parecía un sueño hecho realidad, hasta que en 2017 viajaron a Marrakech.
 
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Anna, Rachel y otras amigas se instalaron en el resort de lujo La Mamounia, en un riad privado a 7000 dólares (algo más de 6000 euros) la noche. Ahí vivían a todo trapo, aunque enseguida hubo un incidente desagradable: el hotel le reclamaba a Anna que aportara una tarjeta de crédito válida, ya que la que había facilitado no servía. Alegando problemas con el banco, Anna le pidió a Rachel que ella facilitara su tarjeta al hotel como garantía de pago. Sabiendo que Anna era multimillonaria (lo había demostrado en múltiples ocasiones) y un poco despistada, Rachel accedió. Cuando Rachel dejó Marrakech poco después, Anna le aseguró que le transferiría inmediatamente los 62.000 dólares (54.500 euros) que le debía, en concepto de los gastos generados durante la estancia.
Esa promesa sin embargo no se materializaba con el paso de los días, las semanas y los meses, y Rachel empezó a desesperarse. Todos sus intentos de comunicación con Anna eran respondidos con lacónicas promesas y excusas, hasta que Rachel empezó a ponerse en contacto con conocidos de Anna para intentar averiguar qué estaba sucediendo.
Un patrón de préstamos, deudas e impagos empezó rápidamente a emerger, y fue con horror que una mañana Rachel se levantó para leer un artículo del New York Post en el cual desvelaba que Anna Delvey había estafado a varios hoteles de lujo. Fue entonces cuando Rachel decidió acudir a la justica y denunciar a su examiga como una timadora.
Para unos una pobre ingenua, para otros una parásito que se aprovechó del modo de vida que -durante un tiempo al menos- Anna ofrecía a los que la rodeaban, Rachel no deja indiferente a nadie. Juzga tú mismo leyendo el artículo que escribió para Vanity Fair sobre su traumática experiencia o en su posterior libro My Friend Anna.